El arte de vivir con menos: cómo la austeridad ha cambiado mi vida por completo.

He estado reflexionando sobre el arte de vivir con menos y cómo la austeridad ha cambiado mi vida por completo. Recuerdo cuando no hace mucho estaba obsesionado con ganar más dinero, una búsqueda vacía que no me llevó a ningún lado. No es que vea el dinero tan solo como un concepto abstracto, pero he entendido que lo que realmente importa es aprender a aportar valor real, algo en lo que sigo trabajando para desencadenar todo mi potencial.

La paradoja del dinero.

Un contexto rápido.

El dinero es un concepto abstracto que mueve el mundo. No tiene una existencia concreta si nos ponemos a pensar a un alto nivel. Aun así prefiero tener más, de hecho lo quiero todo, aunque no lo necesito. Y es que los billetes y monedas tan solo representan una promesa de valor. En cambio, cuando aporto valor real estoy generando una riqueza tangible que puede mejorar mi vida y la de los demás.

Eso luego se transforma en dinero, la moneda de cambio que utilizamos hoy en día.

Vivimos en una época que lo tenemos todo. Hoy en día el verdadero desafío es poder vivir con menos. Es una oportunidad para aprender a apreciar lo que es importante en la vida. He visto cómo aquellos que viven de prestado y gastan en comidas en restaurantes caros, ropa de marca y viajes a Bali a menudo se encuentran atrapados en un ciclo de deudas, viviendo por encima de sus posibilidades.

Aunque no todos son gente con dinero.

La mayoría son personas con sueldos de 2000 € / mes que se compran coches de 30 000 € o 40 000 € y que los pagan en cómodas cuotas a 5 o 10 años. No quiero ser ese tipo de persona que se queda atrapada por tomar malas decisiones financieras.

El minimalismo como forma de vida.

Por algunos de esos motivos he adoptado un estilo de vida más minimalista como salida a las trampas que nos roden hoy en día. Dejar a un lado el consumismo sin sentido me ha permitido centrarme en lo que realmente importa.

El primer paso ha sido reducir la dependencia de posesiones materiales. Por ejemplo, poco a poco estoy reduciendo mi vestuario para acabar vistiéndome con camisetas de 1 o 2 colores y tener a lo sumo unos 3 pantalones en el armario.

Menos estrés y más libertad.

No quiero convertir esto en una máxima, pero sí quiero que dicte, por lo general, un estilo de vida y unos hábitos en mi día a día. El autocuidado, por otro lado, es fundamental en este proceso. Me ducho con agua fría, como bien y hago deporte. Eso no requiere grandes sumas de dinero, pero contribuye en gran medida a mi bienestar físico y mental.

Como yo, seguro que has leído mucha literatura sobre hábitos y lo que se supone que se debería hacer justo después de levantarse o antes de irse a dormir. Utilízalo cómo una guía para construir tu propia rutina. Yo he hecho míos los hábitos que más encajan conmigo.

Un cuerpo en forma es a menudo más difícil de lograr que conseguir que te paguen un salario. Un cuerpo en forma es una señal de autodisciplina, de resiliencia y, sobre todo, de respeto hacia uno mismo.

La soledad de los hombres.

Adoptar este estilo de vida minimalista y centrado en el auto-aprendizaje me ha permitido centrarme en qué estoy aportando también a nivel profesional.

El objetivo no obstante sigue siendo el mismo: crecer y empujarme.

Me he dado cuenta de que no sé hacer otra cosa más que crecer e intentar empujarme constantemente. Todo lo que hago en mi día a día, en definitiva, se se resume a eso de una manera u otra. Es la manera que conozco de surfear la incertidumbre del momento actual en el que hemos elegido vivir.

Y es cansado, no te voy a mentir, porque no puedo parar de hacerlo.

Mira.

Hay una filosofía detrás de todo eso que popularizó el psicologo clínico Jordan Peteson. La palabra «GOLF», que proviene de «Gentleman Only, Ladies Forbidden» contiene una idea central que explica porqué los hombres deben concentrarse en crear y proveer, mientras que las mujeres, aunque son completamente capaces de hacer lo mismo, aportar balance. Una perspectiva polémica tal vez, pero lo importante es entender que cada individuo tiene una capacidad única para aportar valor a la vida de los demás, ya sea mediante la creación, la provisión o el equilibrio en una relación, seas hombre o mujer.

Esta filosofía resalta la idea de que el camino que vas a caminar implica una soledad muy intensa. Soy consciente de ello. En la búsqueda de proveer y crear, me encuentro en un camino solitario, un desafío y una oportunidad para conocerme mejor y crecer constantemente.

Pero no todo el trayecto lo hago solo.

También conecto con otros y me acerco a personas que me inspiran y motivan. Esas relaciones duraran un tiempo, algunas años. Otras un instante, o no tanto cómo me pensaba. Todas relevantes al compartir los mismos valores y estilo de vida, aunque haya sido en algún momento en el tiempo.

Esto es lo que he aprendido.

  • La austeridad no es una limitación, sino una puerta a una vida más rica y significativa. Al vivir con menos y enfocarse en lo que realmente importa, uno puede encontrar una libertad y una felicidad que a menudo son elusivas en un mundo obsesionado con la acumulación material.
  • En el arte de vivir con menos, encontramos la posibilidad de liberar nuestro potencial, centrarnos en nuestra pasión y aportar valor real a la vida de los demás. Al abrazar un estilo de vida austero y minimalista, podemos encontrar una satisfacción más profunda en nuestra existencia y una conexión más auténtica con quienes nos rodean.
  • A través del autocuidado, la dedicación profesional y la conexión con otros, podemos tejer una vida que no solo sea rica en valor, sino también en significado. En esta filosofía, no se trata de rechazar el dinero, sino de redefinir la riqueza, reconociendo que el valor verdadero reside en nuestras acciones, relaciones y en la contribución positiva que hacemos al mundo.

Publicado

en

por